Función ejecutiva: quiero cumplir mis propósitos

Comienza un año, mucha gente se llena de buenos propósitos, otros ni se lo plantean, ante todo debo decir que si es porqué uno no quiere y/o no le ve sentido, pues a seguir así, pero en otros casos parece ser que algo está fallando en cualquier etapa de las que supone «tener un propósito y conducirse hacia él»: proponer, iniciar, planificar, mantener, conseguir. Cuando el fallo viene de nosotros, puede deberse a que no está funcionando adecuadamente nuestro «cerebro ejecutivo».

Podríamos decir que la función ejecutiva es la puesta en marcha de recursos emocionales y cognitivos para llevar a cabo un propósito,  veamos que competencias hay que poner en juego para dirigirnos a las metas que nos proponemos.

Algunos de los requisitos planteados de una manera  sencilla serían:

A nivel emocional: la energía (si estamos enfermos o débiles por ejemplo, difícilmente podremos «hacer») y  motivación (que viene a ser la combinación entre el interés por lo que nos hemos propuesto y las expectativas que tenemos de alcanzarlo).

A nivel cognitivo entran en juego nuestras diferentes capacidades cognitivas: atención y control de la atención, capacidad de tener el propósito y no perderlo de vista, porqué lo olvidemos sin más,  porqué aparezcan estímulos que capturan nuestra atención y nos hagan desviarnos de lo que pretendíamos o porque ya no podemos imaginar el resultado, capacidad de evaluar lo que estamos haciendo de manera que si no nos estamos acercando a nuestra meta podamos corregir el rumbo o tal vez incluso cambiar la meta (pero a consecuencia de una decisión, no de que nos arrastren), capacidad para resolver problemas que nos surjan en el camino, incluso capacidad de generar «nuevas formas de abordar situaciones» (creatividad, pensamiento divergente), capacidad de razonar, de predecir, de imaginar posibles resultados, posibilidad de planificar y ponernos diferentes hitos en el camino…

Todas estas capacidades son enormemente valoradas socialmente, son promovidas por los libros de autoayuda, son perseguidas por muchos y su carencia considerada como algo negativo, pero tanto psicólogos como neuropsicólogos sabemos que a veces lo que determina la dificultad de alcanzar nuestros propósitos viene determinado por características de nuestro cerebro, diferentes trastornos generan déficits en la función ejecutiva: las enfermedades neurodegenerativas y otras enfermedades, los trastornos en el control de impulsos, los trastornos de la atención… esa es la mala noticia, ahora viene la buena: la buena es que se pueden hacer dos cosas para mejorar la función ejecutiva: que nos ayuden externamente (por ejemplo para la falta de iniciativa que se da en algunas personas que tienen Enfermedad de Alzheimer se puede impulsar a la acción desde fuera) o que nos entrenen (el cerebro ejecutivo se beneficia del entrenamiento)

Si necesitas ayuda neuropsicológica para seguir tus propósitos, si piensas que algo que no comprendes te impide hacer lo que quieres hacer o incluso en ocasiones proponértelo, o si se trata de alguien cercano a ti y necesitas ayuda, consúltanos

Graciela Otero Fernández

Neuropsicóloga

Número de colegiada: M-27621